¿Cómo hacer la transición?
Cambiar nuestros hábitos alimentarios, puede crear al principio confusión y desánimo, especialmente ante la cantidad de publicidad de productos que se pueden encontrar en el mercado. Es muy fácil decidir un cambio mental e intelectual porque podemos intuir sus ventajas a largo plazo. Nuestra mente, puede aceptar cambios rápidos, pero nuestro cuerpo físico tiene una vibración más lenta y necesitará tiempo, tiempo para aprender a utilizar y absorber estos nuevos alimentos que tal vez tenía olvidados. Los cambios rápidos no son duraderos. Un cambio lento, es la base para una forma de vida sana y prolongada.
Necesitaremos un periodo de transición en el cual iremos poco a poco sustituyendo unos ingredientes por otros con perseverancia. Si deseas alimentos de los de antes, tómalos pero en poca cantidad. Al mismo tiempo, intentaremos comprender la energía, el efecto y la vibración de lo que comemos hasta que podamos valorar la diferencia a todos estos niveles entre lo que comíamos antes y lo que comeremos ahora.
Cada uno de nosotros tendrá su ritmo para adaptarse a este nuevo tipo de alimentación, por eso no es bueno compararse con otras personas ni juzgar a los demás, debemos simplemente seguir nuestro camino.
Otro factor a tener en cuenta, es que no debemos esperar en este tipo de alimentación sabores extremos (extremadamente dulce, o salado, o ácido…). Cuando buscamos el equilibrio entre el yin y el yang, huyendo de alimentos extremos energéticamente hablando, como consecuencia, también encontramos equilibrio en el sabor de los alimentos. Iremos obteniendo un paladar más refinado, capaz de preferir el suave dulzor en lugar del empalague, captaremos matices con nuestro paladar que hasta ahora ni podemos sospechar, y poco a poco lo que hoy nos parece apetecible, nos parecerá excesivamente dulce o salado con el tiempo.
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